Ese es el título original del excelente libro del biólogo, especialista en comportamiento, el británico Richard Dawkins.
En estos tiempos continúa la intromisión infumable de la clerigalla en los asuntos del reino. Como si se hubiera abierto la delgadisima veda invisible que les tuvo algo menos metomentodo en los tiempos aznarianos y ahora ya sin rubor alguno, se lanzan al cuello del poder político como siempre lo hicieron.
En estos tiempos decía, de ignominioso revisionismo histórico al que los grajos se suman encantados, ya solo falta que importemos del neoconismo norteamericano otro de sus grandes hallazgos: el creacionismo bíblico.
El revisionismo científico es otra de esas píldoras seudo-intelectuales que viene tratando de hacernos tragar la derecha ultramontana. Que la evolución de las especies no sea cierta porque lo dice la Biblia es algo que ya no creen ni siquiera en Salt Lake City.(Es una de las anécdotas que refiere Dawkins sobre los crédulos habitantes de la capital del estado mormón de Utah.)
Para disponer de herramientas para combatir tanta patraña, nada tan recomendable como este libro que puso en mis manos mi padre, como tantos otros de rigurosidad intelectual profunda y que han marcado huella en mi y en algunos de mis amigos.
Lectura para estos tiempos navideños. Porque, para ser feliz, no necesita usted a Dios.
VA A CAMBIARSE EL CARACHITO
Hace 10 años
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