martes, 26 de febrero de 2008

Demagogos

Se les ve muy solemnes, muy creídos de su papel importante. Actúan como los sacerdotes de esa nueva religión que es la política. Nada nuevo bajo el sol porque, como los curas de siempre, predican y no dan trigo.

Sus discursos son una colección de vacuidades, de incoherencias, de tópicos y lugares comunes. Más que razones, dan soflamas -ordinarias y soeces en muchos casos- a guisa de catecismo, dirigidas a su tropa que, en posición de firmes y prietas las filas, grita y jalea el sacrificio del 'infiel'.

Son, en algunos casos, auténticos mentecatos, pero tremendamente osados. Como los curas, son los únicos que otorgan el bautismo, los únicos que dan carta de naturaleza a la honradez ideológica. Administran la política como la iglesia administra la interpretación de la biblia. Con la ley del embudo: 'Tu no eres puro, honesto, honrado o coherente "por que lo digo yo" y yo sí lo soy. Lo tuyo no vale, lo mío sí'. Eso a pesar de que sus obras contradicen todos y cada uno de sus 'principios'. Estos 'sumos pontífices' dicen lo que está bien y mal, lo que es pecado o no, pero, sin someter su conducta al mínimo análisis.

Todo el que no opina como ellos es un proscrito, un enemigo del pueblo, un tipo pernicioso. Todo el que toma la palabra en público y no se genuflexa ante todas sus pretensiones está fuera de su grey, es un infiltrado, un traidor, un prostituido. Todo el que disiente, el que subraya lo feble de sus argumentos, sus incongruencias, sus repetidas faltas a la verdad y sobre todo su carencia de resutados, está atacando a los compañeros de partido (equivalente eclesial de la familia) o al pueblo (equivalente de la patria) o a su ideología (dios). Todo el que pide justas explicaciones, el que solicita la moral y legalmente obligatoria rendición de cuentas ante el pueblo pareciera que quiere enmendar el trabajo a 'dios'. Anatema. Ex-comunión y pena de escarnio público.

No reír sus gracias, no alabar lo integros que son, lo coherentes, y lo bien que nos va a todos bajo su generosa y sabia dirección es incurrir en pecado mortal. Y para transmitir bien esta idea, para que cale como lluvia fina, los comisarios: toda una cohorte de sacristanes, capellanes y monaguillos, e incluso algun que otro monseñor de buena cuna, pregonando a voz en grito estas verdades.

Parece increible que estos sectarios sigan existiendo. Parecen irreales. Pero están aquí. Y los padecemos. Tan parecidos, tan curas, que acaba por gustarles la navidad, pero claro, sólo por el pesebre. Eso sí, un pesebre laico y generoso como ubre de vaca.

Ahí están los que han acosado y acusado a mi medio de servir a intereses espúreos en el ejercicio de nuestro trabajo, de obrar inmoralmente, de vendernos a una causa traicionando a nuestro pueblo. Alguno de estos 'popes' está ahora gobernando en la sombra, sin urnas y a sueldo.

¡Cuanto rufián!

1 comentario:

Unknown dijo...

Un carpintero, que los conocia muy bien, ya lo preconizó hace 2000 años:
""¡Ay de vosotros, hipócritas, que sois como sepulcros blanqueados, blancos por fuera, pero por dentro estan llenos de huesos y caroña!"
¡Raza de viboras! ¿Quien os enseñará a huir de la cólera que os amenaza?
¡Ni comeis, ni dejais de comer a los demas!""
Esta gentuza son peores que los fariseos.
Salu2